Enrique Fernández Vargas, era hijo de Joaquín el de la Paula y nació en Alcalá de Guadaíra el año 1907 y falleció en el año 1980.
El Enriquillo, como así fue llamado, aunque fue un personaje de poco carácter, convenció a muchos de que su cante era la verdad, con pocas facultades, pero conservando la inmortalidad de unos estilos aprendidos del clan familiar.
Su modo de entender el cante legado, era de una autenticidad incontestable, y su perfil de hombre resignado a la vida que le tocó vivir.
Hay que reseñar que Enrique actuó en el I Festival Flamenco Joaquín el de la Paula en el año 1967, figurando en el Grupo Flamenco Los de Joaquín, y que en los años 1970 quedó registrada su voz en la serie de TVE Rito y Geografía del Cante, para después recibir el reconocimiento de los suyos gracias a Manuel Mairena, que lo sacó al escenario en la cuarta edición del Festival en el año 1976, dejando a los presentes perplejos por su ejecución en los cantes y convenciendo a todos de lo que atesoraba.
Cantó Enrique e hizo la Soleá de su padre con voz apagada, pero con la hondura de la Soleá de Alcalá, siendo una de las más puras y la que ofrece mayor dificultad en su ejecución.
Cuando conoció su fallecimiento, Antonio Mairena escribió el siguiente panegírico:
El Enriquillo, como así fue llamado, aunque fue un personaje de poco carácter, convenció a muchos de que su cante era la verdad, con pocas facultades, pero conservando la inmortalidad de unos estilos aprendidos del clan familiar.
Su modo de entender el cante legado, era de una autenticidad incontestable, y su perfil de hombre resignado a la vida que le tocó vivir.
Hay que reseñar que Enrique actuó en el I Festival Flamenco Joaquín el de la Paula en el año 1967, figurando en el Grupo Flamenco Los de Joaquín, y que en los años 1970 quedó registrada su voz en la serie de TVE Rito y Geografía del Cante, para después recibir el reconocimiento de los suyos gracias a Manuel Mairena, que lo sacó al escenario en la cuarta edición del Festival en el año 1976, dejando a los presentes perplejos por su ejecución en los cantes y convenciendo a todos de lo que atesoraba.
Cantó Enrique e hizo la Soleá de su padre con voz apagada, pero con la hondura de la Soleá de Alcalá, siendo una de las más puras y la que ofrece mayor dificultad en su ejecución.
Cuando conoció su fallecimiento, Antonio Mairena escribió el siguiente panegírico:
Joaquín el de la Paula murió en su trono de miseria, pero el genio de la Soleá tuvo como trono la gloria del Castillo alcalareño, y allí subieron las tres Marías vestidas de negro luto, luto que no se quitaron hasta que hace pocos días se llevaron el último suspiro de ese cante gitano, suspiro que retenía su hijo Enrique Fernández y que ha muerto diciéndole adiós a las almenas árabes del castillo, pero bajando por el que hoy se llama, para gloria de los gitanos de toda Andalucía, Camino de Joaquín el de la Paula, en el que Antonio Mairena solo puso una lágrima.
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